Torre de Hércules y su entorno

Esculturas al aire libre entorno a la Torre de Hércules.

Este museo al aire libre se extiende por la península de la Torre, Punta Herminia, O Acoroado y el Cabal de Pradeira, a lo largo de 47 hectáreas, es decir, ocupando parte de los límites de la zona del entorno de la Torre. Las esculturas se distribuyen en el espacio verde que rodea la Torre, en un juego de perspectivas muy sugerente y en diálogo permanente con el propio monumento.

Un poco de Historia:

La Torre de Hércules esta en un enclave fundamental, un promontorio del Golfo Ártabro, y fue construida a finales del siglo l D.C. para guiar a los barcos hacia el puerto, situado en zona abrigada, además de servir de vigilancia y señalización en relación con las rutas comerciales. En la actualidad es el único faro romano y el más antiguo del mundo en funcionamiento. La península donde se localiza tuvo un importante papel en la defensa de la ciudad. En época medieval la torre presenta una finalidad defensiva y de atalaya de vigilancia, con la construcción de nuevas estructuras. Así, durante las excavaciones se localizó un foso y un parapeto térreo, todavía en pie en el S. XVI. Es a partir de finales del XVII cuando se llevan a cabo los primeros intentos de devolverle la función de faro, realizándose obras para tal actividad, hasta llegar a la gran reforma Neoclásica (1788-1790) de Eustaquio Giannini en tiempos de Carlos lll. A partir del S. IX, en el contexto de las invasiones normandas y más tarde árabes, se produce un cambio de funcionalidad de la Torre de Hércules, que se convierte en atalaya de vigilancia y fortaleza. En el S. XVI, en el contexto de la invasión de Sir Francis Drake, tenemos la última noticia de la Torre utilizada como defensa. A partir del S. XVII se realizan las primeras obras para devolverle su original finalidad. En 1938 se montan dos cañones al pie de la Torre. También hubo baterías militares en Punta Herminia, Praderas y Adormideras. Para la primera de ellas, se proyectó en 1931 una batería monolítica de cuatro piezas, aunque únicamente recibió una. Contaba, además, con una galería subterránea y una galería cubierta. A finales de la década de los 80 fue entregada al ayuntamiento y en 1992 se procedió a su demolición. En mayo de 1976, un petrolero procedente del Golfo Pérsico, el Urquiola, quedó embarrancado en A Coruña por una mala señalización de una aguja rocosa. Se produjo un incendió que provocó una gran humareda, el capitán murió y se derramaron 100.000 toneladas. En diciembre de 1992, el Mar Egeo, mercante griego cargado con crudo, embarrancó durante la maniobra de acercamiento al puerto y derramó 80.000 toneladas. Durante años formó parte del paisaje del entorno de la Torre, convirtiéndose en una de las atracciones turísticas, hasta que fue desmantelado. De otros naufragios se conservan algunos restos. Cabe destacar el Rytterholm (El Chino). mercante noruego que también en 1976 se hundió cargado de fertilizantes y cuyo cocinero, de origen chino, falleció al negarse a subir a las lanchas salvavidas. Los clubes de buceo locales suelen sumergirse en la zona.

Vistas y Paisajes:

Desde lo alto de la Torre, a unos 60 metros de altura, dice la leyenda que puede divisarse la costa de Irlanda. La curvatura de la tierra hace imposible que se vea aunque está exactamente en dirección norte. Esta zona de la ciudad está muy expuesta al viento del norte y nordeste, y ambos son habituales, con intensidad moderada y siempre frescos, lo que no impide que la experiencia de la subida al faro sea espléndida. La vista en dirección este, entre el faro de Mera y la península de la Torre, muestra el canal de entrada a la Ría de A Coruña, y el fondeadero de Ares, en la ría de Betanzos. Algo más al nordeste está el puerto exterior de Ferrol, justo en la entrada de su ría. Al otro lado, mirando a poniente veremos en primer lugar, en dirección suroeste, el acuario de A Coruña y la playa de las Lapas, y más lejos está la ensenada de Riazor, la playa de la ciudad. Más en dirección oeste cierra nuestra vista el Monte de San Pedro, antiguo emplazamiento militar. El entorno de la Torre de Hércules, como muchos acantilados atlánticos, alberga una vegetación y una fauna adaptadas a las duras condiciones de la zona como son el fuerte viento cargado de sal, escaso suelo en el que suele arraigar, fuertes lluvias y escorrentías. El grueso de la flora local está integrado por los setos vivos, que son auténticos muros naturales contra el viento marino. Fueron plantados como defensa contra las inclemencias del tiempo y son mucho más eficaces que un muro sólido. Se compone fundamentalmente de Tamarindos y Pithosporum. Otra de las plantas más resistentes de los acantilados, donde encuentra la sombra y humedad que necesita, es el helecho de mar. El brezo es otro de los clásicos arbustos que tiñen de rosa el entorno cada vez que florecen. Sus pequeñas flores atraen insectos que acuden a por su néctar. Y otro color, el amarillo, predomina en la zona cada vez que florece el tojo, agrupado en matorrales que crecen agachados por efecto del viento y que se caracterizan por sus hojas verdes en forma de aguja. Su parte baja, donde no crecen hojas ni flores, es el refugio de muchos animales. EI brezaI-tojal gallego es un hábitat que goza de uno de los mayores niveles de protección dentro de la legislación europea. También se pueden encontrar alisos, en una de las pocas muestras de bosque de ribera que quedan en el interior de A Coruña. y otra flor típica de marzo o abril, como es el lirio amarillo. Otras dos plantas tienen aquí su hogar, la "herba de namorar" y el "pirixeI de mar', usado este segundo por los marineros para combatir el escorbuto. La fauna en la zona está fundamentalmente compuesta por gaviotas, concretamente la patiamarilla, la sombría y la reidora. La primera es sedentaria y las otras dos, grandes viajeras que solo recalan aquí en otoño e invierno. También se puede observar la presencia de cormorán moñudo, que permanece aquí todo el año y bucea al fondo del mar para capturar peces, el alcatraz atlántico que predomina en octubre y noviembre, y las alcas y negrones que, en bandadas. Pasan frente a la punta volando hacia el oeste. Menos fáciles de observar son los delfines, que nadan frente a la boca de la ría en cualquier momento del día. Básicamente encontraremos delfín común y delfín mular. Y respecto a las aves terrestres la flora local es refugio de algunas especies migratorias, como el bisbita común, el colirrojo tizón y la tarabilla común.

Patrimonio de la Humanidad

La Torre de Hércules es un monumento que cuenta con un entorno protegido de extraordinario valor paisajístico, histórico, arqueológico y medioambiental, reconocido por la UNESCO en junio de 2009, al declarar la Torre y su entorno Patrimonio de la Humanidad. En 1992 se celebró el bicentenario de la reconstrucción de la Torre de Hércules, asociándola a su rasgo más excepcional: ser el faro más antiguo del mundo en funcionamiento. A partir de esta fecha se llevó a cabo una actuación arqueológica y una restauración de la Torre, con la posterior musealización de los restos, al tiempo que se proyectó la recuperación del entorno. La idea principal era la construcción de un auténtico museo al aire libre que transformó radicalmente la imagen de la zona, con la creación de un área protegida con un parque suburbano, conservando la vegetación natural de la península de la Torre y de Punta Herminia y una importante mejora de las infraestructuras. En este contexto surge el parque escultórico que tomó como referentes símbolos de la mitología y de las leyendas asociadas a la Torre y la rehabilitación del Cementerio Moro. Se trata de un espacio donde historia, leyenda, arte, naturaleza y paisaje van de la mano, permitiendo al ciudadano y al visitante observar la majestuosidad no sólo de la Torre sino del océano y sus impresionantes acantilados, y disfrutar de la fauna y flora autóctona.

El Petroglifo de Pedra de Altar

Los petroglifos localizados en el Monte dos Bicos (Punta Herminia) fueron descubiertos y publicados por Santiago de la Iglesia en 1895. Se trata de dos afloramientos: la denominada Pedra do Altar, que se encuentra en mal estado de conservación debido a los impactos de bala por estar ubicada en la que fuera zona militar, y la Peña de la Brújula o Pedra do Compás. En ellos, se representan signos cruciformes encerrados en muchos casos por figuras más o menos circulares, que a principios del S. XX fueron considerados como representaciones prehistóricas de figuras humanas estilizadas. Desde mediados del S. XX se han valorado estos símbolos cruciformes como delimitaciones de cotos jurisdiccionales, tal vez medievales.